Pinot Grigio
Elegancia italiana alpina: pureza cristalina desde los viñedos del Alto Adige
El Pinot Grigio es una mutación genética natural del Pinot Noir, documentada por primera vez en Borgoña en el siglo XIV como "Pinot Beurot" (Pinot pardo). Los monjes borgoñeses observan que algunas cepas de Pinot Noir producen racimos de color gris-rosáceo, manteniendo las características nobles de la variedad madre pero adaptándose mejor a climas frescos.
La variedad migra hacia el norte de Italia durante las campañas napoleónicas (1796-1814), cuando los intercambios culturales y comerciales intensifican la circulación de material vegetal. El Alto Adige (Südtirol), con su clima alpino fresco y suelos volcánicos, proporciona condiciones ideales que desarrollan el estilo "Pinot Grigio" distintivamente italiano.
Durante el siglo XIX, los viticultores del Friuli-Venezia Giulia y Veneto perfeccionan técnicas de vinificación que privilegian la frescura y mineralidad sobre la opulencia alsaciana del Pinot Gris. Este estilo italiano, caracterizado por fermentaciones frías y cosechas tempranas, se convierte en el modelo mundial para vinos blancos secos ligeros.
El Pinot Grigio llega a Chile en los años 1990s durante la revolución varietales, cuando productores buscan alternativas frescas para competir en mercados internacionales. Viña San Pedro y Santa Carolina son pioneras en experimentar con clones italianos en valles costeros frescos como Casablanca y Limarí.
El desarrollo se acelera con la identificación de terruños adecuados: San Antonio-Leyda (influencia Pacífico), Bio-Bio (clima húmedo fresco), y Elqui (altitud y amplitud térmica). El estilo chileno se caracteriza por mayor intensidad frutal que el italiano, manteniendo la acidez vibrante pero añadiendo volumen y persistencia.
Actualmente Chile cuenta con aproximadamente 280 hectáreas de Pinot Grigio, concentradas en Casablanca (35%), San Antonio (25%), Limarí (20%), y experimentación en Malleco y Osorno. Los productores chilenos desarrollan estilos que combinan la frescura italiana con la intensidad frutal del Nuevo Mundo.
España adopta el Pinot Grigio en los años 2000s como parte de la modernización varietales en regiones frescas. Rías Baixas experimenta con la variedad aprovechando el clima atlántico húmedo similar al del norte italiano, desarrollando estilos minerales con influencia oceánica marcada.
Cataluña cultiva Pinot Grigio en zonas de altitud del Penedès (Anoia, Alt Penedès) y Costers del Segre, donde las noches frescas permiten conservar acidez mientras desarrollan complejidad aromática. Somontano en Aragón también experimenta con plantaciones en altitud (+600m).
País Vasco (Txakoli) y Asturias mantienen plantaciones experimentales limitadas, enfocándose en mercados Premium nacionales. La superficie total española no supera las 120 hectáreas, concentrándose en vinos de alta gama con distribución especializada en restauración de autor.
El Pinot Grigio presenta un perfil aromático sutil y refinado. Los aromas primarios incluyen pera, manzana verde, limón y a menudo notas minerales características. En comparación con su primo francés Pinot Gris, el estilo italiano es más contenido, privilegiando la frescura y la elegancia por sobre la opulencia.
En boca, el Pinot Grigio se caracteriza por su pureza y claridad. La acidez es vibrante y refrescante, el cuerpo es ligero a medio, y los sabores reflejan los aromas: frutas blancas frescas con un toque mineral. El final es limpio, crujiente y deja el paladar refrescado, invitando al siguiente sorbo.
Perfecto con ostras, almejas y mariscos crudos. Su acidez y mineralidad realzan los sabores marinos delicados.
Excelente con pasta con salsa de limón, risottos cremosos y platos italianos ligeros. Complementa sin competir.
Ideal con mozzarella, ricotta y quesos de cabra jóvenes. Su acidez corta la cremosidad del queso.
Marida espléndidamente con ensaladas frescas, carpaccios y platos vegetarianos ligeros.