Tempranillo
El alma de España: de Rioja a Ribera del Duero, la nobleza hispánica en cada copa
El Tempranillo es la variedad autóctona española por excelencia, con evidencias de cultivo desde la época visigoda (siglo VII). Los monjes del Monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja, siglo X) fueron pioneros en perfeccionar técnicas vitícolas específicas para esta uva, estableciendo las bases de la tradición riojana.
Durante la Reconquista (siglos XI-XIII), el Tempranillo se expande por todo el norte peninsular, especialmente en Castilla y León. El nombre deriva del latín "temperaneus" (temprano), refiriéndose a su maduración precoz comparado con otras variedades ibéricas como Graciano o Mazuelo.
La Revolución del Marqués de Riscal (1858) y el Marqués de Murrieta (1852) introduce técnicas bordelesas en Rioja, transformando el Tempranillo tradicional en vinos de guarda con crianza en barrica, creando el modelo de "gran vino español" que define la identidad vitivinícola nacional.
El Tempranillo llega a Chile en las importaciones de Silvestre Ochagavía (1851), pero permanece como variedad minoritaria durante más de un siglo. El verdadero despegue ocurre en los años 1990s cuando productores chilenos buscan diversificar su portfolio más allá de las variedades francesas tradicionales.
Miguel Torres Chile (1996) y Viña Carmen son pioneros en desarrollar Tempranillos chilenos de calidad, aprovechando terruños de Curicó y Colchagua con clima mediterráneo similar al español. Los resultados muestran vinos con mayor concentración frutal que sus homólogos ibéricos.
Hoy Chile cuenta con más de 1,200 hectáreas de Tempranillo, concentradas en valles centrales cálidos. El estilo chileno desarrolla mayor intensidad frutal y menor acidez que el español, creando una expresión única del Nuevo Mundo con identidad propia.
La revolución técnica española (1970s-1980s) transforma el Tempranillo tradicional. En Ribera del Duero, Alejandro Fernández (Pesquera, 1972) y posteriormente Vega Sicilia modernizan técnicas, creando vinos de concentración extraordinaria que rivalizan con los mejores del mundo.
Rioja experimenta su propia renovación con productores como Remírez de Ganuza, Artadi y Roda, quienes desarrollan el concepto de "Rioja moderno": mayor extracción, roble francés, fermentación malolática selectiva, creando vinos más concentrados manteniendo elegancia tradicional.
La DO Toro emerge como nueva estrella del Tempranillo (llamado localmente "Tinta de Toro"), produciendo vinos de potencia excepcional. Bodegas como Numanthia y San Román demuestran que el Tempranillo puede alcanzar niveles de concentración comparables a varietales internacionales sin perder identidad española.